A Javier Balibrea y a todos los demás que marcharon sigilosos
La muerte inesperada,
qué torpe e indecente.
Desgaja el cuerpo y el alma.
Obliga a un ritmo nuevo
que nos paraliza,
se diluye con el quehacer diario.
Y en un tiempo indefinido
nos devuelve donde estábamos.
Ya no somos los mismos
aunque más rebeldes
nos ha conquistado.
Marisa Reñé.
Publicado en http://lamomiaquehabla.
Marisa, qué fuerza tiene esto.
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